Mónica Meana Pintos
-22/04/2010
Como lectora empedernida que soy, todos los días desayuno con la compañía de la lectura, para lo cual me levanto antes a fin de disponer del tiempo necesario para disfrutar de tan grata forma de comenzar el día, leyendo.
Ayer acabé el libro que me acompañaba estos días y, como no tenía otro para sustituirlo, eché mano del País Semanal. Entre sus páginas encontré un artículo sobre literatura y en el mismo a una autora que desconocía, Shirley Hazzard, y que acaparó mi atención porque "los críticos (supongo que las críticas también, ya que habrá mujeres entre este colectivo ¿no?) destacan la singular capacidad de Hazzard para adentrarse en el laberinto de las relaciones humanas".
Este tema, el de las relaciones humanas, es mi gran obsesión ya que ¿qué es la vida sino la interacción con quienes nos acompañan, nos asaltan, nos encontramos, nos volcamos, amamos, ..., en definitiva, con quienes forman parte de nuestro particular camino por el cual dirigimos nuestros pasos? Todas las personas con las que nos topamos en este largo viaje son importantes a su manera y nos enseñan cosas, incluso el cómo no debemos comportarnos, por lo que aprender de cada una de las relaciones que establecemos, por breves que sean, nos permite ir creciendo y, si lo sabemos utilizar bien, ir mejorando como personas e ir mejorando así todo lo que nos rodea hasta, con cada granito de arena, poder cambiar el mundo. Las relaciones humanas, pues, son el eje que mueve lo mejor y lo peor de esta nuestra Tierra.
No me canso de aprender sobre este gran tema ni de aplicar lo aprendido, y gracias a ello creo que soy una mujer afortunada porque...¡soy FELIZ! Mi humilde opinión es que si todas y todos aprendiéramos a relacionarnos más humanamente este mundo en el que vivimos sería mucho más habitable.
En definitiva, que para seguir cultivando mi mente a este respecto desearía abrir mi pequeño mundo a las experiencias que proporciona la lectura, en concreto, a las del libro de esta autora, Shirley Hazzard, "Tránsito de Venus" y, como vivo en un pequeño pueblecito de los Picos de Europa, no tengo acceso a una librería en condiciones donde poder adquirirlo, por lo que apelo a vuestra ayuda, a esta nueva relación con quienes desconozco, para que la magia de la vida me lo traiga a estas montañas que me rodean. Si así fuera, en breve podría levantarme una mañana, prepararme el desayuno, colocar esa joya en el atril y, muy lentamente, abrirlo para sumergirme en lo desconocido y así tener un motivo más de felicidad cada día, porque eso es lo que hay que buscar cada mañana, motivos para ser feliz.
Un saludo cordial a todas y todos desde el corazón de Liébana. Mónica Meana.