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Cambiando conceptos: del voluntariado corporativo al compromiso de la plantilla en la comunidad

22/09/2013

Foto de Abhishek_Kumar en Flickr

Lo prometido es deuda, y aquí está el segundo post dedicado a la obra de Bea Boccalandro y a su provocativa idea del fin del voluntariado corporativo.


En el post anterior resumimos la primera parte de la publicación de Bea Boccalandro, y hablamos de las tensiones que surgen a la hora de plantear un programa de voluntariado corporativo verdaderamente estratégico. En el post de hoy -dedicado a la segunda parte del documento- presentamos el modelo alternativo que propone Bea Boccalandro para solventar estas tensiones.


Boccalandro apuesta por un modelo que supere el voluntariado. Según su planteamiento, hay que tratar de aprovechar las fortalezas de la empresa para generar un mayor impacto social y a la vez un mayor retorno para la empresa misma. Para conseguirlo, su propuesta es superar el término voluntariado, para no estar sujetos a las implicaciones de la palabra, y superar así las tensiones de las que hablamos en el post anterior.


Según su propuesta, esta nueva “generación” de programas se distingue por situar a los empleados en su centro, y además necesita de una nueva comunicación, que refleje que son programas cuyo énfasis está en servir al sector social sin asociarlos con el concepto de voluntariado. Al ofrecer estos nuevos programas de compromiso de los empleados con la comunidad y no de voluntariado corporativo, no hay indicios de que la colaboración es altruista, remunerada o voluntaria y desaparecen las tensiones comentadas.


En este nuevo planteamiento, las causas sociales son seleccionadas por la empresa según su capacidad de beneficiarse de las competencias específicas de la plantilla y de otros recursos de la empresa, y también de su posibilidad de beneficiar a la empresa. Por ejemplo, un programa de liderazgo podría incluir una acción de servicio social o un programa de teambuilding podría incorporar una acción de limpiar una playa.


En otras palabras, primero hay que posicionar estas actividades como empresariales y, en segundo lugar, como compromiso en la comunidad. Según defiende Boccalandro en su obra, una actividad empresarial de compromiso en la comunidad parece más convincente y menos problemática que una actividad de compromiso con la comunidad con un componente empresarial.


Como ejemplo, menciona como ejemplo el programa de IBM Corporate Service Corps, que no incluye la palabra voluntariado y no pretende apelar al altruismo. Es un programa de desarrollo de liderazgo y ayuda a posicionar a IBM en el contexto global del fututo. La selección de las personas participantes no se hace como en un programa de voluntariado, sino siguiendo exclusivamente criterios profesionales y empresariales.


Boccalandro recomienda explícitamente actualizar el lenguaje y dejar de usar la palabra voluntariado en estos programas de alto impacto. Pero también advierte de los peligros de cambiar sólo el lenguaje, ya que su propuesta  va más allá del lenguaje. Es importante tener en cuenta las expresiones, pero como etapa final de un proceso de renovación integral, concepto y actividades, “antiguo programa de voluntariado corporativo”.


Terminamos con dos de recomendaciones prácticas dejadas por la autora:



  • Si la empresa apuesta por un programa estratégico de implicación de la plantilla en la comunidad, que no empiece por el voluntariado corporativo. Así se evitarán los rodeos y caminos serpenteantes que ya han padecido otras empresas.

  • Si la empresa opta por simultanear el voluntariado corporativo con acciones estratégicas de compromiso de la plantilla en la comunidad, se deberían elaborar diferentes propuestas para cada tipo y no desarrollar un mismo programa para los dos propósitos.


 ¿Qué pensáis de este planteamiento? ¡Esperamos vuestros comentarios!


 

Fundación Hazloposible | secciones: Voluntariado y empresa

 


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