Experiencias de Voluntariado


Comencé a beber por miedo a la noche

Autor/a
ENRIQUE RICHARD RODRIGUEZ
País
España
Provincia
Barcelona

Es una experiencia de ENRIQUE RICHARD RODRIGUEZ

Hacía tan sólo dos días que Fermín estaba viniendo por el “Centre Obert”.
Seguramente que uno de los equipos de calle de Arrels, después de un largo proceso…, de mucha relación…, de ganarse la confianza… de esperar…, había conseguido que Fermín se fiase…
Y allí estaba…


Enseguida le vi. Era la primera vez que coincidíamos en Riereta.
Me llamó la atención su mirada. Era una mirada triste, oscura, distante.
Una mirada que no quiere ver.


Quise hablar con él. Recibirle cordialmente. Que se encontrase a gusto. Que no se perdiese entre tanto desconocido. Que notase que alguien estaba ahí y que se había dado cuenta de su presencia. Que no pasaba desapercibido.
(A mí me gusta que alguien esté por mí cuando entro por primera vez en un lugar extraño).
Me senté junto a él y me presenté.
No sabía nada de él.
(Tampoco él sabía nada de mí…)
Me dijo su nombre: Fermín.
Nos callamos.


A mí me cuesta mucho llevar una conversación. Soy más bien parco en palabras. Y tampoco me gusta ir por ahí contando mi vida al primer desconocido que se me viene encima.
A Fermín le debió pasar lo mismo.
Y por eso, seguramente, que en ese día no hablamos mucho más.
Nos mantuvimos sentados callados.


Al jueves siguiente le volví a ver.
Me alegré.
Eso quería decir que seguía durmiendo en una pensión y que seguía decidido a dejar la calle.
No estaba mal. En estas cosas hay que alegrarse por el hoy. Porque mañana tal vez haya que volver a empezar…
Y con estas ganas, me acerqué a Fermín. Le saludé afectuosamente, llamándole por su nombre…
(A mí me gusta que me llamen por mi nombre).
Fermín me dio la mano y me sonrió… con la mirada triste…
El no había olvidado mi cara. Mi nombre seguramente que sí.
- ¿Te acuerdas, Fermín? Soy Enrique… Nos vimos el jueves pasado…
- Me recuerdo, contestó.
- Sigues viniendo…
Nos sentamos.
Ese día hablamos un poco más: del tiempo, del frío, del calor…


Nos acostumbramos, al menos yo, a que cada jueves echásemos nuestra “xerradeta”. Y poco a poco, ambos, nos fuimos ganando la confianza del otro: Del silencio y del escuchar, fuimos pasando al preguntar, sin demasiadas pretensiones.


Un día, hablando de dentaduras -él la tenía muy mal- y de dentistas, Fermín me confesaba:
- Enrique, yo comencé a beber por miedo a la noche…
Me impresionó… y callé…
Resulta que, una noche, unos jóvenes se acercaron al banco donde Fermín dormía. Y, sin mediar palabra, le apalearon… Sin más…
Le destrozaron el cuerpo y la boca. Luego fue a los servicios de urgencias.
Le arreglaron el cuerpo; pero la boca ni se la tocaron.


Desde entonces es que cogió miedo a la noche… (También es que le destrozaron el alma).
Conforme pasa el tiempo, a Fermín se le va cambiando la mirada. No ha perdido su pizca de tristeza que vagabundea Dios sabe por dónde. Pero él se va sintiendo cada vez mejor. Y lo dice:
- He empezado a dejar de beber.
Y lo comenta con orgullo, o al menos yo lo quiero interpretar así.
Lo dice con la satisfacción de quien está recuperando algo que tenía perdido.
Me alegro con él:
- Fermín, ¿te encuentras bien?…
- ¡Cada vez mejor!…
Me alegro por él.
Quizá, pienso, está redescubriendo su vida…
No sé su historia. Ni me importa: Tampoco él sabe la mía y no creo que le moleste demasiado…
Lo que sí sé es que Fermín no bebe…
Entre otras cosas, porque Fermín ya no tiene miedo a la noche…
Con el tiempo, a lo mejor, dejará de tener miedo a la vida…
Pero esa será otra historia del mañana.
Y yo, hoy, todavía, estoy saboreando el presente…

 

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Comentarios de esta experiencia:

Laura Segura Bayona -11/02/2011
Una historia realmente dura... dura y a la vez y en cierto modo bonita. Dura porque es muy triste verse en la calle, muy triste ver que seres humanos maltratan a otro, y duro ver que lamentablemente el pobre cayó en la bebida. Es dura la historia, pero a la vez es una muestra de superación personal, de fuerza interior que lleva al hombre hacia el bien. El querer dejar la bebida es afrontación, valentía.

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Alfonso Brian -30/11/2012
La historia de la propia experiencia, contada narrativamente, y de haber tocado fondo, lo cual le impulsa para seguir con vida. "Vive y deja vivir", lo que no hicieron los intolerantes y violentos que van siempre por el más débil, Si se vieran solos no les saldría esa cobardía que da la panda. Yo viví varias experiencias semejantes y hay gente que se aparta por que su reacción es el miedo y egoismo que me pase a mí, solución llamar a Socorros y emergencias, 112, yo me suelo identificar con un chaleco de la Cruz Roja que llevo en mi turismo; como un caso que me paso y lo estaban apaleando, y llame a la ambulancia,empiezan a faltar y llegan las semillas de la violencia.

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