Mi experiencia en Smriti house en Kathmandu (Nepal)
- Autor/a
- Ana Ferrán Blanco
Es una experiencia de
Ana Ferrán Blanco
Definiría mi estancia en Nepal como una de las mejores experiencias que he hecho, bueno más bien diría que han sido las niñas las que lo han hecho inolvidable, cuando llegas a la casa en ningún momento te sientes fuera de lugar, ellas en seguida se acercan a peinarte, a dibujar contigo y pasas de no conocerlas a estar rodeada de su amor y cariño.
Me encantaba levantarme por la mañana y despertarlas, dar clase de español antes de ir al colegio y sobre todo llevarlas a clase, correr por las calles con Yudung, Nirjala y Nima Sherpa era una aventura diaria, pasábamos por el Templo, nos poníamos Tika en la frente y reíamos constantemente. Me encantaba esperarlas sentada en la escalera de casa a que llegaran del cole con su sonrisa eterna, y que te dijeran “i have a lot of homework”, ayudarlas por la tarde con los deberes y jugar con ellas a la comba, al uno, y hacerte millones de fotos con ellas, recuerdos que una vez de vuelta no he podido parar de ver una y otra vez.
Una sensación que allí tuve diariamente es darme cuenta de las cosas que consideramos imprescindibles en nuestro día a día, allí no lo es para nada, y como ellas te hacen todo más fácil, vas con la idea de enseñarlas todo lo que puedes pero vuelves sabiendo que realmente las que te han enseñado son ellas, porque si algo las define es que son maravillosas.
Quiero dar las gracias a todas y cada una de las niñas, siempre me acordare de como Sanjeeta se preocupaba por que tu estancia fuera agradable, Anita la gran cocinera con esa preciosa sonrisa (me va costar olvidar sus deliciosos Pakora y Chapati), los bailes de Ashika, todas las fotos con Apsara, la felicidad de las preciosas Gyanu y Durga, la timidez de Pramita, el cariño de Bipana, las conversaciones con Nima Sherpa, hacer deberes y dibujar con Yudung y Bhawani, Nirmala y Yanzi siempre pegadas a sus libros pero cada vez que te veían dibujan su enorme sonrisa, la responsabilidad de Anisha, el cariño de Nima Lama, los abrazos eternos de Bimala y Nirjala con su precioso vestido de princesa rosa.
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