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Miradas de Ébano

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“…Lo cierto es que el funcionamiento diario del orfanato parecía una gran máquina formada por muchas piezas y engrasada con buena mano. Todo el mundo tenía siempre una tarea que realizar. Cada día eran dos de los niños los encargados de lavar los platos. Otros dos estaban encargados de poner y quitar la mesa. Las chicas mayores ayudaban en la cocina mientras los chicos mayores se encargaban de otras tareas como, por ejemplo, ir a por el agua o ayudar en el huerto. Todas las tardes tenían un rato para hacer deberes de clase y los más avanzados echaban una mano a los más retrasados. Había cuatro habitaciones en el orfanato y cada semana alguien de cada habitación era responsable de la limpieza y el orden. Los trabajos iban rotando y a todos les tocaba realizar todas las tareas tarde o temprano. Siempre había alguien que intentaba escaquearse de sus turnos con cambios del estilo “si tu friegas los platos por mí, te hago tu tarea de clase” y trueques similares en los que con frecuencia salían perdiendo los más pequeños.”

Fragmento de Miradas de ébano publicada en 2011 por Chiado Editorial.

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