SVE, abierto a todos
- Autor/a
- Sara Mazorra Huerta
Es una experiencia de
Sara Mazorra Huerta
Cada día la sociedad es mas competitiva, en el trabajo, en las universidades...,se educa para ser el mejor, esto implica un montón de años que se esfuman en estudios, aprendizaje de idiomas, en busca de experiencia a través de trabajos de media jornada..., todo esto enfocado a engordar un bonito currículo que poder mostrar en alguna empresa que ofrezca la oportunidad al joven de iniciarse en la búsqueda de una estabilidad.
Además ahora este currículo se ve favorecido si dentro de tu apretada agenda dedicas un tiempo a labores sociales que demuestren que además eres una persona solidaria, altruista, generosa.... adjetivos que se repiten tanto que pueden llegar a perder todo su significado. Todo esto ha desembocado a unas excesivas ansias de dejarlo todo por un tiempo y embarcarse a la aventura de un año en un país extranjero para colaborar con causas sociales.
Probablemente, el fin justifica los medios, y en este caso la motivación de cada persona para tomar esta decisión, pero esta masificación de cooperantes ha creado una competencia casi comparable a la laboral. Ya no vale con poner voluntad, con querer ayudar, sino que se ha de tener un titulo de algún organismo oficial que certifique esta voluntad. Es indiscutible que en ciertos sectores del voluntariado se necesita una formación especifica pero no en todos ellos.
Ser licenciado universitario, manejar un segundo idioma, y lógicamente tener una mínima solvencia económica donde apoyarte, son los mínimos requisitos que algunas instituciones solicitan, para embarcarte en la aventura de la solidaridad. Pero... que sucede con el joven que no tiene estudios? porque le toco trabajar, porque no tenia capacidad, aquel que no pudo costearse una academia para aprender un segundo idioma y que tambalea de trabajo en trabajo... Y aun así esta comprometido socialmente, se preocupa de su comunidad y se le encoge el alma con las desigualdades de mundo.
La verdad que con su currículo no tendría muchas posibilidades de pensar en salir fuera. Sinceramente yo, también lo creía.
Y un día ojeando una publicidad que ofrecía una entidad bancaria, leí algo sobre un programa de la Comisión Europea, llamado SVE(Servicio de Voluntariado Europeo). Ofrecía la posibilidad de participar como voluntario en proyectos de diferentes países, ellos cubrían viaje, alojamiento e incluso te daban un dinero de bolsillo mensual. Todo esto a cambio de voluntad, motivación, ganas,.... mi carrera universitaria no fue un requisito que se tuvo en cuenta en la selección, tampoco los idiomas que hablaba....
No he de negar que mi formación me ha ayudado en mi periodo de voluntaria en otro país pero también creo que me han ayudado mas la persistencia, constancia y voluntad.
Yo estuve en Polonia, en un colegio con 120 niños que me robaron el corazón, lógicamente tengo un montón de anécdotas, mas buenas que malas, y desde luego puedo decir que ha sido la mejor y mas fructífera experiencia que he vivido pero quien lea esto no quiero que se limite a leer historias de una de tantas voluntarias que han pasado un tiempo fuera, por eso no las escribiré.
Lo mas importante para mi ha sido ver y comprobar que existe la posibilidad de ayudar en otro país, viajar, conocer nuevas culturas, entregarte en algo a fondo y no tener que pertenecer a una clase social media-alta para hacerlo. Estoy orgullosa de haber sido voluntaria europea, porque es algo abierto a todos los jóvenes de todos los status sociales, e incluso los niños a los que he ayudado en Polonia pueden tomar la decisión de ser voluntarios europeos y ayudar y vivir las mismas experiencias que yo.
Luego después de vivirlo ellos tomaran la decisión de que pase a ser una anécdota en sus vidas, de convertirse en una filosofía de vida o, por qué no en una línea que rellene algún currículo, pero lo importante es que pueden hacerlo.
GALERÍA DE FOTOS
Comentarios de esta experiencia:
