Experiencias de Voluntariado


Mi experiencia en tierra malgache

Autor/a
Sin especificar
País
Madagascar

Es una experiencia de Sin especificar

Niños malgaches jugando
Hace ya tres años que la semilla voluntaria empezo a brotar de manera firme en nuestros corazones. Por aquel entonces Maribel y yo sólo llevábamos un año casados y decidimos pasar nuestras primeras vacaciones como pareja en Madgascar. Aquí os dejo nuestra experiencia: Fue hace dos años cuando la semilla de este maravilloso proyecto llamado PROYECTO OMBY comenzó a germinar, por aquel entonces Maribel y yo comenzamos otra maravillosa aventura la de nuestro matrimonio, mientras que nosotros nos decíamos el “sí quiero” arropados por nuestros queridos padres trinitarios, compañeros, amigos y familiares, Reyes y Delia presentes en nuestras mentes aquel día, ya estaban en tierras malgaches, por aquel entonces tan desconocidas para nosotros. A partir de la experiencia de nuestras compañeras, se reavivó en nosotros el deseo tan anhelado de participar en un proyecto misionero, de esta manera ha sido este verano cuando por fin hemos podido cumplir nuestro sueño. Han sido tantos los momentos y situaciones que hemos vivido que es difícil comenzar, la primera imagen que guardamos es la de Tana, la capital de Madagascar. Una ciudad un poco caótica, que nos recibió entre sus colinas con una niebla vespertina. Pero en seguida vimos una imagen que se repetiría a lo largo de toda nuestra estancia y que siempre nos acompañará, estemos donde estemos, la sonrisa de los niños malgaches, diferente a cualquier sonrisa que antes hubiéramos visto, con una pureza y sinceridad inigualables. Esto nos chocó al principio, porque en nuestra mente y en la fotos que habíamos visto de estos países, siempre habíamos visto a los niños sucios, descalzos, con ropa vieja y efectivamente es así, pero cometemos un gran error y es el de analizar su nivel de vida desde la perspectiva de nuestra sociedad “aparentemente” desarrollada , entonces podemos pensar “pobres niños no tienen de nada”, pero que equivocados estamos, son FELICES, jugando con un montón de bolsas enrolladas que hacen las veces de balón, haciendo dibujos en la tierra, con cualquier simple juego de manos, construyendo coches con envases vacíos de agua embotellada y este estado se proyecta en sus sonrisas. Nuestra labor principal fue la de impartir clases de español, visitar las diferentes escuelas con las que el proyecto OMBY colabora y distribuir un contenedor con material educativo, sanitario y de primera necesidad con la colaboración de la ONG de la orden “Prolibertas” y el grupo “Córdoba 96”. Las clases fueron uno de los vehículos para contactar con la gente. A pesar de la barrera del idioma es muy fácil contactar con los malgaches, porque son muy cercanos y cariñosos, en poco tiempo te tratan como a un amigo de toda la vida y te corresponden con todo lo que tienen, agradecen en demasía el simple hecho de visitarlos. Nos alojamos en el obispado de Tsirianomandidy, donde Monseñor Gustavo Bombín, padre trinitario y obispo de la Diócesis nos acogió de tal manera que hizo que desde el primer día el obispado se convirtiera en nuestro hogar. Tenemos que agradecer a Gustavo el haber sido nuestro guía en todos los sentidos y no queremos olvidar en estas lineas la labor que los padres trinitarios han realizado y realizan actualmente en Madagascar, en especial el Padre Basilio y el Padre Felipe. Por último, mencionar que de nuestra experiencia, nos traemos una maleta llena de sonrisas y un sincero compromiso con el pueblo malgache.

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