Viajando al país de los mil ríos: Bangladesh
- Autor/a
- Javier Vilaplana Pottecher
Es una experiencia de
Javier Vilaplana Pottecher
Mi primer viaje a Bangladesh fue octubre de 2001, apenas unos meses después de fundar la asociación "Proyectos Humanistas para Bangladesh". Nunca antes había estado en un país de cultura asiática. La experiencia fue muy positiva y enriquecedora: el conocer otra cultura, otras formas, el trabajo en equipo desarrollado entre las personas que fuimos (dos españoles y un neoyorquino) y el propio proyecto que fuimos a desarrollar allí, -organizar una red de voluntarios del lugar para impulsar el desarrollo de las áreas de salud, educación y calidad de vida en algunos de los barrios más necesitados de Dhaka-, fue altamente gratificante.
Participé ayudando a poner en marcha proyectos de educación: una escuela de alfabetización para niños en el barrio de Mirpur (en Dhaka, capital de Bangladesh). En sanidad: dos dispensarios médicos en los que se atiende a 60 familias gratuitamente y se les expenden algunos medicamentos también gratuitos. También en el barrio de Nakalpara conseguimos que 50 médicos autóctonos atendieran gratuitamente una vez por mes a la población que no dispone de recursos.
En el área de calidad de vida, se pusieron en marcha dos proyectos cooperativos de confección para mujeres, en los que, con una pequeña cuota, se compraban máquinas de coser para la confección de ropa que luego se vendía en una tienda.
En el barrio de Fakirapul, comenzamos a impartir cursos de concienciación social sobre diferentes temáticas, a cargo de grupos de periodistas bangladeshies que colaboran en el proyecto.
Lo que más me gusta de Bangladesh es la gente del país. Pienso que son un pueblo de muchas cualidades, pero por decir algunas, creo que por aquí nos vendría muy bien aprender del espíritu voluntario que tienen y de lo cálidos y sueltos que son emotivamente.
Occidente puede ayudar aportando su capacidad organizativa y tecnológica. En cuanto a nosotros, creo que el dar dirección a ese espíritu humanitarista, que sólo permite ayudar a unos pocos, para que se transforme en un espíritu humanista que pueda ayudar a muchos, sería nuestro mejor aporte.
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